Encuentro de amigos y hermanos

Encuentro de amigos y
hermanos de Vicente Beltrán Anglada y Leonor Tomás Vives.

Día 1- 12- 07

Son las cuatro y media de la tarde. Estoy en un
mirador de la conocida montaña de Montserrat, respirando su fragancia y
observando la belleza natural que me rodea, mientras el entorno me saluda con
su armónico silencio de mil sonidos, ofrecidos generosamente en emisión callada
de expectante permanencia.

Me hallo, digamos en "soledad", aunque realmente
sola no estoy. Los amigos/as que me han acompañado desde esta mañana han ido a
dar una vuelta por la zona comercial y sus alrededores, en espera de que llegue
la hora de regreso a Barcelona.

La tarde es fría, el sol ya no se ve, lo cubren caprichosas
nubes que descienden su volátil forma por detrás de las montañas que allá al
frente forman el cercano horizonte, cuyo verdor acoge mi mirada con su
complacida sonrisa en respuesta a la contemplación que de su firme
majestuosidad hago.

El frío externo no impide que yo sienta calor interno y la
firme decisión de escribir cuanta belleza percibo en este inolvidable lugar. En
este instante, el fino airecillo de la sierra parece querer enfriar pasiones o ironías
dejadas, esta mañana de ambiente festivo, por opuestos manifestantes que a
nuestra llegada nos han sorprendido, haciéndonos gracia la originalidad con que
se han manifestado, para exponer sus protestas, los dos grupos minoritarios de
jóvenes que, graciosamente, exponían su idea en distintos puntos de la
explanada principal de la montaña, unos en contra y otros a favor de repoblar o
no con cabras las montañas de Montserrat.

Se dice que nada hay por casualidad, y yo ignoro si era
jolgorio la causa por la que hoy se han manifestado ambos grupos en este lugar
tan especial, o ha sido por simbologia de algo más profundo por lo que, de
manera tan pintoresca, los jóvenes manifestantes han querido expresar sus
respectivas propuestas, quizás guiados por alguna llamada del Maestro que
alienta a los discípulos a pensar, simbOlicamente, que después de ser ovejas
entorno a la sagrada enseñanza, hemos de ser cabras valientes y decididas para
subir a la cima de nosotros mismos y en la cima trabajar, a veces en grupo,
pero mayormente en solitario, para embellecer la cumbres con sabia y singular creatividad.

Sea por un motivo o por otro, lo cierto es que con su
pacifica y alegre expresión nos han hecho sonreír sinceramente las ocurrencias
de juventud, y la forma con que saludaban nuestra llegada a todo el grupo de amigos
y alumnos de Vicente y Leonor, quienes desde distintos puntos y ciudades hemos
venido hasta aquí por varios motivos, principalmente el de expandir sus
honorables pavesas por los aires montañeros que tan dulcemente ha acogido el
amor que sentimos por estos dos Iniciados, ya trascendidos sus Cuerpos
Superiores a otras dimensiones más elevadas que el plano material.

Ambos dejaron el cuerpo terreno tras haber trabajado
incansablemente durante toda su vida en la realización de su gran obra
espiritual, didáctica y humanista, expandiendo Energía y enseñanzas de los
Grandes Maestros de la Humanidad.

No pude imaginar, cuando decidí venir a este encuentro de
hermanos/as unidos por la misma idea y enseñanza de Leonor y Vicente, que
íbamos a recibir tan maravilloso regalo espiritual como hemos tenido todos los
asistentes al acto, aunque cada uno lo haya percibido a su manera y necesidad.

Bajo la cúpula inigualable del Sol radiante del medio día
que mitigaba la fuerza fría del aire, el evento se ha dado en las alturas de
estas montañas que, sin límites de originalidad, han creado un inmenso templo
natural de prodigiosa influencia, construido por la mirada atenta de Dios y
decorado por la
Madre Naturaleza.

El sol ha presidido el entrañable acto con sus Rayos de Luz
majestuosa, realizado esta mañana, testigo de nuestra buena voluntad y del amor
que sentimos por estos dos grandes Seres que, si bien dejaron su cuerpo físico,
siguen muy Vivos con nosotros en Espíritu.

En una pequeña explanada y en torno al noble Joan Martí que
nos ha hablado sabia e inspiradamente, todo el grupo en círculo y vibrando en
una misma sintonia, nos hemos reunido, no para decir adiós a Leonor y Vicente
sino para manifestar con nuestra presencia la firme decisión de permanecer
unidos en el aprendizaje y la expansión de sus enseñanzas, convencidos de su
Verdad y del Amor que de ellos recibimos.

Su Energía poderosa ha estado muy presente embelleciendo el
acto y nuestras conciencias, asimismo han estado otras muchas energías que
también hemos compartido todos de alguna manera, más o menos perceptible para
cada uno, aunque no fuésemos totalmente conscientes de la magnitud del hecho y
la importancia de este día para todos nosotros.

A medida que Joan hablaba mi estado espiritual iba
transformándose y cambiando de vibración a alto grado, y fue al darme la mano
el más joven, en años actuales, de los hermanos del grupo, cuando tuve la clara
sensación de que Leonor y Vicente estaban entre nosotros en presencia
espiritual, hablándonos y arropándonos directamente a todos con su Amor y Agradecimiento
por estar reunirse n su nombre. Oía en mi corazón claramente sus voces
amorosas, por ello sentía que estaban con nosotros. Durante un cierto tiempo
continué percibiendo intensas vibraciones que no sé ni cómo describirlas con
palabras.

En ese estado de conciencia, sentí que mi mirada física era
atraída hacia el brillante Sol plateado, y que sobre ser tan resplandeciente su
luz, esta no dañaba mis ojos, por más que yo miraba y miraba la indescriptible
visión que se me permitía ver a través de rayos diferentes unos de otros. El
Sol lo sentía como poderoso observador de cuanto en las cumbres montañosas
sucedía esta mañana.

La pequeña explanada era cada vez mas y más iluminada, al
tiempo que la dicha compartida de nuestros corazones crecía mediante la honda y
expectante atención prestada a la sencilla ofrenda, hecha de sentimientos
unificadores mostrados en torno a la memoria imborrable de Leonor y Vicente.

En esos instantes irrepetibles de mirar de esa manera hacia
el Sol, y mientras observaba bellísimas formas de suave colorido creadas por
radiantes chispitas o energías juguetonas habidas en el aire de la montaña, de
repente, dos rayos de luminosa blancura, con distinta forma y tamaño, se
mostraron a mi atenta mirada; venían hacia nosotras como real manifestación de
Luz diferente a la de otros rayos circundantes. Para mi comprensión eran dos
Espíritus de esplendorosa blancura que descendían suavemente de la Fuente de la
Vida hasta cubrirnos con su abrazo y llenarnos de Amor.

Ante tan majestuosa contemplación, ignoro si de mis ojos o de
mis sentimientos, mi emoción aumentaba y hubiera permanecido extasiada ya ni sé
el tiempo, si no me hubieran llamado mis amigas por mi nombre y de esa manera
tener que reaccionar para volver al estado habitual de conciencia.

Aunque pude salir fácilmente del estado emocional en el que
me encontraba en esos momentos, dentro de mí continuaba oyendo silenciosas
palabras, y aun, ahora, tengo frases presentes en mi corazón aclarándome dudas
y preguntas personales; como asimismo recuerdo palabras de alientos convincentes
y directa orientación para los miembros del grupo. Servidores con ideas de unificar
a otros grupos y a otros hermanos/as que de forma individual quieran igualmente
trabajar en la expansión de la paz y la unidad por todos los pueblos y culturas
del planeta.

En esos momentos inolvidables en que tuve la seguridad de
que en espíritu, Vicente y Leonor estaban presentes arropándonos con su
Energía, pude percibir la familiaridad habida entre todos los compañeros
asistentes al acto, además de la conexión de apoyo existente que nos va a
ayudar individualmente a todos en nuestras vidas y particulares experiencias.

Conexión que nos ha de unir más como grupo en el trabajo de
ampliar la unidad de hermanos/as en la obra en expansión de la Verdadera Enseñanza
transmitida de tantas formas por grandes Maestros.

Con estas percepciones mi emoción iba en aumento, no quería
llorar, aunque fuese de gozo, para no interrumpir el instante santo vivido por
todos los compañeros/as con respetuoso silencio, no obstante, apenas podía
acallar mis lágrimas de alegría surgidas por el encuentro amado, tras larga
bUsqueda interna y años de hacerme preguntas sin obtener respuestas al
respecto.

El abrazo espiritual de madre y padre que Leonor y Vicente
me han dado no lo podré olvidar, así como sus sabias palabras y
recomendacionesu Ellos han iluminado el acto sagrado de encontrarnos mediante
su guía y atracción

En ese corto espacio de tiempo, vivido intensamente, hubiera
abrazado de uno en uno a todos los hermanos/as del grupo, diciéndoles que les
amo y que dos rayos de Luz, como Ángeles blancos de tamaño diferente, del Cielo
han descendido para estar con nosotros y envolvernos con su Amor y Agradecimiento.

Me ha retenido, el abrazarles con amor de hermana, la idea
de no querer en esos momentos llamar la atención inconvenientemente o causar
extrañeza en nadie por hechos ni por palabras, si acaso se diera mi espontáneo
gesto a equívocas interpretaciones, en la belleza de tan sagrado momento y
cuanto éste estaba representando para mí.