El Despertar de los Centros

Nunca me había preocupado por desarrollar mis chacras o centros etéricos. Para mí siempre fue clara la norma esotérica que nos señaló Cristo con suave aunque profunda advertencia: “Buscad primero el Reino de Dios, lo demás os será dado por añadidura”. El esfuerzo del discípulo jamás se limita al mundo de los efectos, de aquello que se nos da por añadidura, sino que se eleva al mundo de las causas tratando de comprender el propósito divino que subyace en cualquier ignorado rincón de la vida planetaria. La vista orientada siempre hacia delante intenta captar constantemente las íntimas significaciones del Reino de Dios. Así, el propósito kármico de su vida se va de esta manera realizando.

Hay, sin embargo, una providencia que ayuda a aquéllos que buscan preferentemente el Reino de Dios y es la que hace que todo cuanto constituye el mundo de Maya y que exige el cumplimiento de la acción kármica o de aquello “que se nos da por añadidura”, se le manifieste y desarrolle sin un aparente esfuerzo de la voluntad. Esto es lo que pasó conmigo con respecto al desarrollo de mis centros etéricos.

 Mis Experiencias Espirituales,  1ª Edición Electrónica, Páginas 11 y 12