La Magia de la Palabra

Pero al decir que consciente o inconscientemente estamos practicando la magia, nos atenemos a una verdad esotérica con respecto a las leyes del sonido, pues todos, sin distinción, emitimos voces y sonidos y, por lo tanto, estamos constantemente invocando mental, emocional o físicamente a las criaturas invisibles que pueblan los éteres en donde vivimos sumergidos. Uno de los dones más preciosos, el de la palabra, contiene en sí el poder infinito de la magia. De ahí la reticencia del iniciado, que sólo habla cuando DEBE y no cuando PUEDE, muy al contrario de los seres humanos corrientes y aun de muchos aspirantes espirituales que hablan cuando pueden y no cuando deben, decir, sin ton ni son, sin propósito definido y sin conocimiento alguno de las leyes de oportunidad que nacen del consciente empleo de la economía universal.
Cuando se entra en la gran corriente de vida espiritual que lleva a la  iniciación, son cada vez menos las palabras que fluyen por la boca, menos los pensamientos que invaden la mente y menos los deseos que perturban el corazón. El hombre espiritual se auto-define por el silencio y la parquedad de sus argumentos y, si es preciso hablar, por lo atinado y oportuno de sus comentarios.
La magia de las palabras crea el verdadero soporte del karma humano, que será bueno o malo, según las palabras que surgen del corazón y hablan a través de la boca, pues si nos atenemos al misterio infinito que evidenciamos cada vez que abrimos la boca para hablar, seremos conscientes del valor de las palabras de Cristo, cuando decía: “En el día del Juicio os serán tenidas en cuenta hasta vuestras inútiles palabras”, es decir, este hablar por hablar, sin propósito definido alguno, que utilizan la mayoría de las personas que como verdaderos “boomerangs”, retornan a ellas llevando su fruto de karma. Es evidente la cualidad altamente nociva de este fruto cuando se emplea la crítica, la murmuración o la maledicencia. Entonces este fruto será realmente amargo y contendrá las duras semillas de la prueba kármica, que sólo serán disueltas o destruidas cuando el alma del hombre sea capaz de permanecer en verdadero y sentido silencio.

La Jerarquía, Los Ángeles Solares y la Humanidad, págs 97 y 98