Luz y Fraternidad

Según se nos dice ocultamente los Ángeles solares constituyen los Pétalos del Sacrificio dentro del Corazón de la Divinidad y, tal como es de ley en sus vidas, se sacrifican edad tras edad, ciclo tras ciclo, ayudando al fatigado peregrino monádico en el lento y doloroso camino de la Redención.

Aún moviéndose dentro de unas fronteras o círculos infranqueables impuestas por el Señor del Universo delimitando perfectamente el Alfa y Omega de su destino trascendente, los Ángeles solares son enteramente libres por su condición de Adeptos de aceptar o de rechazar el Sacrificio que les aleja del NIRVANA. Sin embargo se sacrifican y lo hacen con “gozosa complacencia” -tal como puede leerse en algunos tratados profundamente místicos del pasado porque la esencia de sus vidas es Fraternidad y dentro de nuestro Universo de segundo Rayo no existe fraternidad sin una etapa preliminar de sacrificio.

De esta Fraternidad, que cada Logos planetario interpreta y revela de acuerdo con su tipo de Rayo y grado de evolución cósmica, arrancan las líneas fundamentales de relación y ambiente social de los Dioses. Y es inducido por este Espíritu de Fraternidad que nuestro gran Hermano, el Señor BUDDHA, desciende año tras año a la Tierra durante el Festival místico de WESAK para ayudar a la humanidad a despertar a la vida espiritual y aportarles un hálito de aquella omnipotente Luz de la que emana la Fraternidad y guía el proceso infinito de la expansión cósmica.

Conversaciones Esotéricas, 1ª edición digital página 135