Interlocutor.—¿Qué nos puede decir de la ilusión?
Vicente.— Todos estamos sumidos más o menos dentro de un océano de ilusión. Cuando la persona ve las cosas a través de algún intermediario cae fatalmente en la ilusión. Es evidente que si esencialmente somos libres y si esencialmente somos la Paz y la Verdad no dependeremos jamás de otra persona y, por lo tanto, el Equilibrio, la Paz, todo cuanto a nosotros nos parezca lo mejor de la creación, estará en nuestro corazón y producirá frutos de Libertad. Esta es la primera gran sentencia que debe aprender el hombre si quiere liberarse de toda ilusión, ilusión en la mente, un espejismo que está constantemente influenciando nuestros deseos y sentimientos y el maya de los sentidos. He aquí las tres fuentes de la ilusión del ser humano: el maya de los sentidos, el espejismo de los deseos y la ilusión mental; ¿acaso no estamos atados a los pensamientos, no estamos atados a los deseos, no estamos atados a las ilusiones? Es para ayudar a los seres humanos a que vean claro el sentido íntimo de su propia libertad que estoy hablando aquí y ahora, de aquello que impide la Libertad del hombre, que es la ilusión mental, el espejismo astral o emocional y el maya de los sentidos.
Conferencia de 22 de octubre de 1985
Caros
amigos, temos o prazer de informar a publicação oficial
do quarto livro eletrônico em português de Vicente Beltrán Anglada “A
HIERARQUIA, OS ANJOS SOLARES E A HUMANIDADE”.
O propósito de escrever este livro surgiu espontaneamente ao considerar a
calorosa e entusiasta resposta de um grande número de leitores aos artigos que,
sob o lema comum de “AS LUZES DO MEU ASHRAM” eram publicados regularmente na
revista “CONOCIMIENTO” de Buenos Aires.
Vicente.—No sé cómo contestar a esta pregunta porque existe la conciencia de Dios en el matador y en la víctima. Existe un tremendo desafío a la conciencia cuando el hombre lleva una espada y se ve en la necesidad de utilizarla. El conflicto no está sin embargo en llevar una espada al cinto, porque la persona que lleva una espada al cinto tendrá que utilizarla, tendremos que dejar la espada porque solamente existe la espada de Dios como cumplimiento. Yo no sé hasta qué punto una persona puede estar, como usted decía, en la policía y al propio tiempo ser tan lleno del Espíritu de Dios que de acuerdo con el Espíritu de Dios se vea obligado a agredir a un ser humano, sea un delincuente o sea un ser completamente inocente. Yo siempre dejo esto al juicio del hombre, pues los discípulos solamente suelen aleccionar en el sentido de explicar lo más necesario y lo más correcto, pero, las líneas de la acción pertenecen a los hombres, a los hombres que deben actuar de acuerdo con ciertos imperativos ambientales. Un político, por ejemplo, debe amar mucho a Dios para no equivocarse en su política; lo mismo sucede con un legislador, debe amar mucho a Dios para no equivocarse en sus juicios.
Los científicos también tendrán que amar mucho a Dios si quieren crear cosas nuevas y técnicas sin que quede en su corazón el aliento de utilizar estas cosas contra los demás, es decir, que en el centro de toda condición humana solamente existe algo verdadero: el Amor de Dios. Este es el último y más certero juicio de la existencia y a él remito a todos los seres humanos que realmente quieran comportarse de acuerdo con la Ley de Dios, ante todo tendrán que estar tan atentos a la Voluntad de Dios, que su pequeño libre albedrío personal quede sumergido en la Voluntad de Dios, ya no será entonces el libre ejercicio de la libertad individual pequeña que se equivoca constantemente sino que será la Voluntad de Dios que se ha apoderado del instrumento del libre albedrío humano, lo ha perfeccionado de tal manera que este libre albedrío solamente puede reflejar Su Voluntad y entonces el hombre sabrá lo que tiene que hacer, sea cual fuere su condición, sea cual fuere su campo de trabajo, sea cual fuere el estímulo de su vida. No se puede aconsejar lo que hay que hacer sino señalar el camino que conduce a la Voluntad de Dios y dejar entonces que la Voluntad de Dios actúe en el hombre, aparte de todo prejuicio, con sincero amor, con paz y voluntad en el corazón.
Interlocutor.—Usted dijo: el Espíritu de Cristo es mi esperanza de gloria. Nos puede hablar algo de esa gloria.
Vicente.—Bueno, esta es una afirmación de Pablo de Tarso, es decir, de este iniciado que la iglesia considera como San Pablo. Cristo es no sólo una entidad sino un estado de conciencia. Si es una entidad la consideraremos tan aparte de nosotros por su propia evolución que la perderemos de vista como sucede con todo cuanto tiene que ver con el Reino de Dios. Si consideramos que Cristo es algo en nosotros como conciencia entonces a Cristo lo consideraremos como nosotros mismos cuando estamos en contacto con la Divinidad, es decir, que cuando el individuo, el ser humano, tiene paz en el corazón podemos decir que Cristo está en él como estado de conciencia y que en virtud de ese estado de conciencia, surge de su corazón una luz que lo conecta con el propio Cristo como entidad, considerando a Cristo como el Maestro de Maestros, como el Maestro de los Ángeles y el Maestro de los hombres. Entonces, existe siempre esta alternativa, la alternativa que va del pequeño ser personal inferior, que es el Cristo desconocido como estado de conciencia hasta la Entidad Crística representada en los niveles causales por el Yo Superior o Ángel Solar. Es decir que cuando esta entidad que llamamos el Ángel Solar en virtud de nuestra propia vida espiritual y nuestras actividades correctas se asienta en el corazón del hombre podemos decir con justicia: Dios está en mí, yo estoy con Él, no hay separación, la Luz del Mundo está en mi luz y mi corazón late al impulso del gran Corazón Solar.
Conferencia de 19 octubre 1985