«La comprensión es como una radiación de amor que fluye a través de nosotros sin que nos demos cuenta de ello. La comprensión da paz y la paz es como un perfume. Este perfume se exhala de nosotros, es el premio a la fe y a la constancia, no es un concepto actualizado en forma intelectual mediante el cual intentamos convencer a los demás. La hora de la comprensión llegará en el momento oportuno; no hay que forzarles pues intelectualmente ni aún con el propio conocimiento esotérico que al expresarlo se demostrará siempre como un mero concepto que cada cual comprenderá y utilizará a su propia y personal manera. Pero el perfume es esencial, es aquella extensión de nuestro ser «que convence sin atar y atrae aún sin convencer», pues es la verdadera esencia del espíritu manifestado por igual tanto en el silencio como en la palabra. No te preocupes demasiado por la incomprensión de los demás pues cada uno despertará a su debido tiempo a la ley del Espíritu…. procura «perfumar», hallar la Fuente del Perfume de tu vida anhelante y deja que éste te embriague hasta caer rendida en brazos del Señor, del augusto Maestro de tu vida….Cuando descubrimos la Fuente del Perfume espiritual empezamos a nacer en zonas desconocidas de nosotros mismos. Nace en nosotros un nuevo regocijo que es «la espiritual comprensión», que se manifestará como amor, ya que el amor es lo que perfuma todas las cosas. Con este perfume que se escancia constantemente de nuestra vida, viene el Verbo que lo personifica y objetiva, y empezamos a considerar a las personas y las cosas más allá de sí mismas.»
Cartas a Argentina, Barcelona, 17 de Abril de 1986