El arte de la curación

Interlocutor.—Nosotros constituimos un triángulo en Castelar, que está en el oeste del gran Buenos Aires. Quisiéramos saber, en las curaciones por liberación, cuando la voluntad de morir es mayor que la de vivir, ¿cómo se debe actuar frente al enfermo y su situación actual, y frente a su situación karmática?

Vicente.— Uds. deben contar siempre con una voluntad de aquiescencia de las personas con las cuales Uds. trabajan, deben establecer una relación de armonía entre su trabajo, sus energías y la persona que ha de recibirlas.

No podemos quebrantar la voluntad de una persona si decide morir, pues suya es la voluntad, suyo es el propósito. Si con la comprensión de nuestras palabras no comprende la Ley, hay que dejar que la Ley se cumpla. Uds. saben el gran problema que se le planteó a nuestro Logos Planetario cuando dotó de mente individual a las unidades animales que habían llegado a cierto punto en su evolución, aquello que el Maestro Tibetano define como el hombre-animal, cuando dotó de voluntad propia a esta ingente masa de unidades que procedían del reino animal, sabía muy bien a lo que se exponía: que la voluntad incipiente de los hombres, sin conocer todavía las líneas maestras de su propio destino, se habían convertido en reactores o reacciones en contra de la propia Voluntad de Aquél que los había creado como seres humanos. Y el proceso continúa, y parte de la Gran Invocación va dirigida, como Uds. saben, a las pequeñas voluntades de los hombres, que no siempre están de acuerdo con la Voluntad del Creador, que hace muchas veces al revés de lo que la Ley pone vigentemente para que las gentes sigan un curso natural. Entonces, en la curación sucede algo, si el propio Dios nos permite tener una voluntad que incluso atenta contra la suya propia, ¿por qué no dejar que la voluntad de aquellos a quienes tratamos de ayudar no siga también su propio albedrío? Suya es la responsabilidad. Nuestro deber es trabajar, trabajar, a veces sin esperar recompensa alguna, pues el hombre tiende siempre a quedar preso al fruto de su acción. Es decir, que si actuamos tal como debemos actuar, la cosa se hará más allá de nosotros mismos, por lo tanto, si invocamos las fuerzas impersonales que están aquí, ahora y siempre, y tenemos la suficiente fuerza de invocación porque nacen de nuestra voluntad enteramente libre, genuinamente fuerte y siempre en bien de los demás como servicio, lograremos resultados realmente espectaculares. No hay que pretender nada aparte de trabajar correctamente. Así que hay que trabajar en la curación, como en todos los casos, de una manera muy libre y muy humana, lo cual significa que será una manera muy divina de trabajar. Y esto es lo que aconsejaría a todos los grupos esotéricos que están trabajando para la liberación del dolor del alma humana, sea cual sea el nivel donde el alma humana se esté manifestando: la unidad de servicio, y veo que hay muchas unidades de servicio en Argentina. Casi cada nación, casi cada ciudad, casi cada región del mapa terrestre tiene hoy día unidades de servicio, lo cual significa que están adheridos de una u otra manera a este gran cuerpo social interno del Nuevo Grupo de Servidores de la Humanidad. Y todas aquellas personas que deliberadamente trabajen en favor de la Humanidad están ayudadas por el Maestro, por el Grupo de Maestros, por la Gran Fraternidad y por todos los Ángeles del Sistema, así que hay que trabajar con optimismo. Si en un principio no notamos los resultados de la acción, no es que la acción no existe, se está manifestando vía interna, vía subjetiva, y en el momento oportuno vendrá una eclosión de vida, de energía, de pureza, de paz y de fraternidad y, entonces, Uds. se habrán dado cuenta de que realmente han trabajado y de que han sido bendecidos en su acción.

Conferencia 6 octubre 1985