El Poder de Dios en el Hombre

Con respecto al «poder» que el ser humano va adquiriendo en los distintos niveles evolutivos de su conciencia, hay que tener en cuenta que el «control de uno mismo», tal como corrientemente es enunciado en cualquier tratado psicológico o estudio acerca del Yoga, dentro del dilatado esquema de la evolución individual, es la base del poder o dominio sobre determinados grupos de devas los cuales, sin que el ser humano se aperciba, van creando a su alrededor aquellas situaciones ambientales que constituyen el Karma.
Podríamos decir, pues, que Devi Yoga empieza a actuar sobre el individuo en las primeras fases de su vida psicológica, en las primeras expresiones del Yoga en su existencia como ser humano hasta culminar en el estadio de perfección. Existe una continuidad de vida, de conciencia y de forma por doquier dentro del infinito océano del espacio donde se expresan los mundos, los Universos y las Galaxias y, habida cuenta de que el ser humano es una reproducción exacta de ese Misterio de Vida que da lugar a «una expresión de forma objetiva, a una incesante evolución de la conciencia y a la continuidad de un propósito creador», es obvio que sus razones íntimas son siempre de orden universal, expresando en todo momento un «poder» o karma de acción, que debe tratar constantemente de controlar e inteligentemente dirigir para evitar ser controlado o dirigido por aquél. Devi Yoga expresa en su acabada esencia el «poder» del hombre sobre el ambiente y sobre las circunstancias. Desde el individuo corriente al Adepto se extiende así una línea de poder o de acción kármica que cada cual debe tratar de conquistar desde su particular nivel de evolución, a fin de contribuir con su esfuerzo a la evolución del gran conjunto de la Naturaleza, el cual, por razones de la más acrisolada analogía «cumplirá su verdadera misión cuando el hombre haya cumplido la suya».