La luz del corazón: un mensaje de esperanza

Quisiera acercar a ustedes a la Gran Fraternidad. Que la Fraternidad Blanca y sus Maestros no fuesen para ustedes una ilusión, o el fruto del conocimiento impartido en los libros. Un libro se escribe y con el tiempo puede cristalizarse, porque ha quedado grabado ya, pero el corazón continúa marchando siempre, es por ello que los libros sólo contienen las verdades que contienen la semilla de evolución de cada época pero ustedes como espíritus no pertenecen a ninguna época, sino que van marchando, venciendo la  resistencia de las épocas. Ustedes son el movimiento de la Vida y es este movimiento, cuando ustedes no lo paralizan, que les lleva a la Gran Fraternidad Blanca; quiero significar con ello que desde aquí y ahora ustedes han de iniciar el principio de lo que será el advenimiento de la Nueva Era. Ustedes son la Nueva Era, son la paz, la fraternidad, la justicia; ustedes son todo esto, ¿no se dan cuenta?

Entonces, si tienen esta conciencia de grupo, jamás se sentirán limitados por ninguna estructura, porque las estructuras siempre encadenan al individuo que las ha construido y para vivir dentro de una estructura sin sentirse limitado por esta estructura, hay que ser muy inteligente. La inteligencia es un resultado del equilibrio entre la razón y el amor.

Cuando nos sentimos integrados realmente dentro del corazón y la mente está sirviendo de vehículo de la propia mente de Dios, lo cual significa que tendremos que efectuar dentro de la mente y el corazón una gran transformación; la transformación social, la creación de los ambientes, el triunfo de la democracia y de la libertad, no están fuera, sino dentro de ustedes. Si ustedes mantienen el ideal de libertad, de fraternidad y de justicia dentro del corazón, ustedes mantendrán una democracia estable porque lo externo depende de lo interno, siempre. El resultado de sus esfuerzos, gestados en un misterioso sufrimiento, ha traído como consecuencia la democracia que ustedes están gozando. Que la democracia establecida en la Tierra todavía no es perfecta, es obvio, el hombre todavía no es perfecto, pero marchamos hacia la perfección. Hay que ganarle a la vida por etapas. Las etapas de sufrimiento traen como consecuencia etapas de discernimiento puro, y éste enciende la luz del corazón que ha de convertirse en las rectas relaciones humanas.

 
«La venida del Instructor del Mundo» 1ª Edición electrónica, páginas 59 y 60.