El poder de la fuerza interior

Bien, si hemos comprendido exactamente todo cuanto estamos hablando de Shamballa, si tenemos en cuenta que no cae una hoja del árbol sin que lleve en sí la bendición del Señor del Mundo, ¿cómo podemos suponer que no estamos constantemente ayudados en este empeño de regresar a las fuentes espirituales de donde procedemos? El misterio es este, tratar de darse cuenta, como decía anteriormente, de que hay una fuerza interior que nos lleva adelante, una fuerza que si dejamos que trabaje en nosotros nos ensalzará hasta cumbres insospechables, que nos convertirá en Dioses en funciones aquí en la Tierra, no simples máquinas vivientes que estamos siguiendo un proceso sin que nos demos cuenta de lo que estamos haciendo, que creamos maquinarias que tratan de medir el orden cósmico, que estamos trabajando siempre técnicamente para crecer en técnica, y que la técnica no ha producido el despertar del amor en nuestro corazón. Sólo la comprensión del momento que estamos viviendo, no el movimiento aparente de lo que estamos viendo a nuestro alrededor, que nos deprime, que causa una sensación de soledad, sino hacernos uno con el misterio que surge de lo más profundo de nuestro Ser, y ser conscientes al propio tiempo de que podemos realizarlo, de que no somos unas máquinas vivientes llevados adelante por un maquinismo que nosotros mismos nos hemos impuesto, y llegar al momento cumbre en la evolución en que siendo tan conscientes de esta verdad nos decidamos a actuar, y la actuación de momento es estar atentos a todo cuanto sucede, no ver la apariencia de las cosas, no hacer caso de aquello que el ambiente trata de introducir falazmente en nuestra mente y en nuestro corazón, sino ser conscientes de que nosotros somos uno con la Verdad, uno con la Vida y uno con el Amor de Dios, y que hay que hacerlo de una manera libre y desapasionada, hasta llegar un momento en que realmente podamos ser llamados con  justicia Hijos de Dios.

Conferencia 23 abril 1986