La “NECESIDAD” del Logos planetario del Esquema terrestre, de hacer partícipes de Su esplendente Vida a todas las unidades autoconscientes que viven, se mueven y tienen el ser dentro del “círculo-no-se-pasa” del planeta, origina el Propósito de la Revelación. El ser humano vive y se alimenta de la substancia de Dios, pero muy raras veces y sólo en fases de gran exaltación espiritual, es consciente de esta verdad así como de los métodos o sistemas a utilizar, mediante los cuales será posible que el Logos planetario, a través de los múltiples Agentes de SHAMBALLA, le indique las líneas precisas de este acercamiento o reconocimiento místico que dará lugar a la Revelación.
Se trata, en lo que al ser humano respecta, de un proceso muy lento y muy exquisitamente elaborado de adaptación e integración espiritual de sus vehículos de expresión -la mente, el cuerpo emocional y el vehículo etérico- con aquello que en lenguaje místico se denomina “los Dones del Espíritu Santo”, en cualquier época de la evolución humana en los tres mundos. Tal proceso de adaptación a la Ley del Espíritu Santo y la integración del triple vehículo a los dictados de esta Ley, presupone el desarrollo dentro del corazón humano, del propósito superior de la existencia que, visto ocultamente, es de la misma substancia con la que la Divinidad expresa Sus Designios planetarios. Es, esencialmente, el proceso místico de la evolución universal aplicado a la humanidad, ya que es a partir del cuarto reino o reino humano, que la vida de Dios se hace consciente en la vida de la Naturaleza. La evolución humana viene jalonada así por un incesante proceso de revelación, un acercamiento constante y permanente de la conciencia del hombre a la conciencia de Dios. Así, la REVELACIÓN no constituye una Meta fija impuesta por Dios al ser humano en virtud de las Leyes de la evolución, sino un movimiento infinito de renovación y cambio que produce la apertura de una serie impresionante de estados de conciencia que hacen consciente al hombre, de parcelas cada vez más amplias e incluyentes de la Sabiduría de Dios… Este incesante movimiento de renovación que suscita revelaciones cada más profundas y trascendentes, produce una “introducción de luz”, no sólo en el compuesto molecular de la conciencia sino también en todas y cada una de las células componentes del vehículo físico, produciendo aquel fenómeno eléctrico, técnicamente descrito como de redención de la substancia. No puede haber un movimiento ascensional de revelación sin que participe de este movimiento todo el compuesto molecular de los tres cuerpos que constituyen la expresión de la “conciencia” humana, tal como la conocemos en la actualidad. A medida que prosigue el movimiento ascensional de la conciencia y los vehículos van siendo “redimidos”, la Revelación penetra más profundamente en la conciencia, pasando a integrar zonas de más elevada frecuencia espiritual -si podemos decirlo así- sólo asequibles a los verdaderos discípulos mundiales, a aquéllos que verdaderamente se están preparando para la Iniciación.
El propósito de la Revelación, tal como surge de SHAMBALLA, es iluminar la conciencia humana y hacerla consciente de estas zonas cada vez más profundas e incluyentes del Amor de Dios. La luz proviene inicialmente del conocimiento de los hechos, de las cosas y de los acontecimientos que acompañan al lento desenvolvimiento de las facultades humanas de percepción… En el devenir de tales etapas y a medida que la conciencia va profundizando dentro de sí misma, surgen la discriminación y el discernimiento, pero cuando la conciencia se ilumina verdaderamente, es a partir de aquella etapa en la que el ser humano, completamente desarmado de sus cualidades emocionales y de sus poderes mentales, completamente “exhausto” de sí mismo, penetra en la intimidad del Ser causal o Ángel solar donde todo es LUZ, AFECTO y COMPRENSIÓN. En permanente coloquio con este Ser superior se van conquistando los “Dones del Espíritu Santo”. A este íntimo y trascendente coloquio o mística compenetración de la vida personal con la vida causal se lo denomina INICIACIÓN. Se trata de la continuidad del proceso de Revelación, sin culminación posible dentro de los inmensos Vacíos del Espacio cósmico.
La Iniciación marca siempre un grado determinado de Iluminación. Según se nos dice ocultamente, la Luz es una constante cósmica que jamás será conquistada en su totalidad. De ahí que cuando hablamos esotéricamente de Luz, de iluminación o de Iniciación, hacemos referencia siempre a un movimiento constante e ininterrumpido de expansión cíclica, no a una simple meta de llegada, adoptando con ello el punto de vista de los grandes Observadores Cósmicos.
La Iluminación -en lo que a nuestro Sistema solar se refiere- es una expansión de energías del segundo Rayo de Amor-Sabiduría. Las energías solares que provienen de este Centro de Amor llevando las energías puras de la Iluminación que redimen y liberan, proceden de la misteriosa estrella SIRIO e inciden sobre el Centro de SHAMBALLA a través del planeta JÚPITER. Afectan, por lo tanto, al Departamento jerárquico del BODHISATTVA o Instructor del Mundo y a todos los Ashramas de segundo Rayo dirigidos por el Chohán del mismo en nuestro planeta, el Maestro KUTHUMI.
Los Misterios de Shamballa (Pág 295 a 298)