Si parece que doy a mis palabras un aire de autoridad es porque así lo siento, no crean que quiero imponer una idea, la siento y simplemente la expongo. Esta afirmación muy humilde de mi parte, hará que ustedes acojan de lo que diga lo más comprensivo para ustedes, lo que esté más dentro de su corazón y de su mente, y tal como decía el joven, dudar mucho, porque cuanto yo diga puede ser una equivocación, ¿quién lo sabrá sino ustedes? Yo puedo explicar muchas cosas aquí, puede tratarse de una explicación intelectual que yo haya entresacado de cualquier libro, puede ser que sea una experiencia vívida dentro de mi corazón, pero, ¿quién les informará directamente a ustedes? Sólo ustedes pueden darse la respuesta, y siempre tengo que decir: “no acojan las palabras –tal como decía Buda– como a una autoridad porque vengan de una entidad superior, aunque sea el propio Maestro, o porque es la expresión de algún libro santo, y que este libro haya sido, digamos así, manifestado por la propia divinidad, como por ejemplo las Tablas de la Ley. Tampoco podemos aceptar cualquier cosa, por bella que sea, por el sólo hecho de que nos hayan dicho que ha sido creado por un ángel, solamente nos queda un recurso como seres humanos, psicológicamente establecidos dentro de una mente que funciona a un ritmo de actividad correcta, de dudar, dudar y dudar. Pero, hay algo innegable, y es que este silencio precursor de verdades es el que preside constantemente nuestras conversaciones. Todo cuanto he dicho puede ser falso, pero el hecho de que estemos unidos es verdadero, y si logramos esto solamente, vale la pena establecer este contacto, no solamente yo, cualquier persona aquí que sea capaz de establecer ese contacto, lo demás no tiene importancia, son ideas que pueden ser aceptadas o rechazadas. Lo que interesa es estar en una comunión constante los que estamos aquí, y que este contacto permanezca estable cuando establezcamos relación con otras personas. ¿Es pedir mucho? Es tratar de ser correcto, lo que decía anteriormente y siempre digo, ser un ciudadano correcto, cumpliendo los compromisos sociales de la mejor manera posible, nada más.
Conferencia 11 de septiembre de 1976