No se puede llegar a un silencio mental si la persona no está muy atenta hacia algo importante, algo que suplante todas las pequeñas imágenes y los pequeños conceptos que están en la mente. Cuando la persona está muy atenta no debe de preocuparse por dejar su mente en blanco, que es lo que hacen ciertas escuelas de entrenamiento espiritual, que dicen: “voy a silenciar la mente” y, naturalmente, en la antesala del silencio empieza el gran jaleo de pensamientos que van y vienen, pero cuando la persona está muy atenta, supremamente atenta, el yo, la mente desaparece, solamente queda Dios, la atención, la voluntad del Creador tratando de investigar, tratando de crear, tratando de reproducir en el hombre aquello que es en las altas esferas celestiales. ¿Se dan cuenta? Luego, hay que partir siempre de conceptos claros. La atención es la actividad más grande que tiene el individuo, o la observación en general. Cuando ustedes están expectantes, serenamente expectantes, tratando de buscar algo que les interesa profundamente, la mente cesa en su fluir dedicado a los pensamientos y a las imágenes y a las formas normales. Desaparece todo y solamente queda la atención, y esa atención es el supremo contacto que tiene el hombre con los ángeles de la luz blanca que son los que llevan la mente del hombre al silencio. Y cuando hablamos del antakarana, cuando hablamos de este paso que va de este centro (ajna) al coronario debemos hablar de esta modalidad de devas de la luz blanca que crean el antakarana en virtud del esfuerzo humano, y cuando ustedes están atentos, cuando estamos atentos todos, estamos creando el antakarana, y los ángeles construyen el hilo de luz que nos transporta a lo superior en donde está lo avanzado de la Divinidad en el ser humano.