La Escalera de Jacob, una lección sobre la humildad

Interlocutora. — Yo quería preguntar si será algo kármico que en este mundo haya seres dotados de tan distinta inteligencia, de tan distinta capacidad de comprensión, de memoria, de evocación, de razonamiento, etc., porque a simple vista parece normal que una persona muy dotada pueda escalar unas cimas muy altas porque se tenga una voluntad fuerte y una inteligencia potente, pues le es muy fácil comprender las cosas y ponerse a actuar en aquel sentido, pero hay otras personas que son muy poco dotadas y parece como que ya desde el nacimiento están marginadas a una evolución muy pequeña, muy lenta, y que no podrán llegar nunca a grandes cosas. ¿Cómo se explica esto con justicia?
Vicente. — Usted debe responder una pregunta primero: ¿qué tiene más importancia para usted, el fruto o las raíces en un árbol?

Interlocutora. — Sin las raíces no hay fruto.

Vicente. — Ya está. El karma es esto, tiene que haber gentes de todas clases porque el árbol de la evolución tiene muchas ramas, muchas flores, muchos frutos y cada cual ocupa su lugar, qué es aquello que la Biblia nos define como La Escalera de Jacob por donde suben y bajan los ángeles.  Si quitamos un eslabón el andamiaje se desploma, si quitamos las raíces del árbol de los seres involucionados Dios no puede manifestarse, ¿se dan cuenta? Ahora bien, estamos hablando de función social, y si hablamos de función social, ¿por qué no tratamos de ser correctos donde estamos situados, jerárquicamente hablando? Es muy fácil aquí que nos besemos y nos abracemos y nos demos la mano, y digamos que estamos casi liberados y al salir a la calle empecemos a discutir por cualquier nimiedad. No podemos hablar de una conciencia esotérica sin hablar también de una vida esotérica, y la vida esotérica es, ante todo, la vida de un perfecto ciudadano en el orden social. Si podemos lograr ser buenos ciudadanos no hay que preocuparse de Kundalini, sale sólo. Pero, claro, estamos preocupados por alcanzar Kundalini y los demás no nos interesan, somos egoístas, somos crueles y malvados, y así está la sociedad. Y los que practican el yoga, los que practican la meditación trascendental, con mucho respeto para ellos, y los que están haciendo otras cosas, extravagancias, que los vemos por la televisión, que dan risa y dan pena al mismo tiempo, están tratando de decir en palabras aquello que su espíritu no es capaz de decir, y entonces viene un desfase de la civilización, y este conjunto de cosas trae los falsos profetas, está bien que se nos hable de los falsos profetas, pues bien, andan sueltos por ahí, ¡cuidado!

Conferencia 11 02 1978 (El Estudio de los Ángeles 2ª parte)