La atención y el milagro de la Ascensión

Interlocutor. — El hermano ha manifestado que por la meditación se pierde peso.  Ahora bien, al perder peso esto significa que el peso lo adquirimos por el pensamiento en la visión de las cosas que hemos hablado. Bien, como ha manifestado también el hermano que, por ejemplo, por las técnicas no se puede conseguir tampoco, digamos, ese punto de desengancharnos del peso, de volver a alcanzar ese punto donde se encuentra la verdad, ahora bien, para poder conseguir ese punto debemos de estar –según usted manifiesta– dentro de nosotros mismos, siempre, o sea, para no despistarnos, para no perder el punto inicial de comunicación con el Universo. ¿De qué manera puede uno estar dentro de sí mismo?

Vicente. — Usted está tratando de que le dé una disciplina, lo que no voy a hacer, porque sería negar todo cuanto he estado diciendo hasta aquí. Yo digo una cosa y de paso le responderé: si usted está interesado en descubrir la Verdad la intensidad de este descubrimiento que hoy se está realizando en su corazón es suficiente, usted no precisa de ninguna otra técnica, cuando usted está escuchando atentamente una melodía que le gusta extraordinariamente usted no debe esforzarse, pues bien, cuando usted esté tratando de descubrir la verdad con la misma unción y recogimiento místico y con la perfecta atención con la que está escuchando su melodía favorita se dará cuenta de que la técnica es inútil, y que todo concepto de verdad disciplinaria que existe desdichadamente en nuestros días es solamente un intento de coartar el espíritu de verdad que está en todas las cosas y noblemente en el ser humano. Seremos conscientes, al propio tiempo, de que la única forma de alcanzar la Verdad es liberando a la mente de toda disciplina, pero, al propio tiempo, depositando el énfasis únicamente en la atención, una palabra aparentemente sin sentido para algunos, pero me pregunto, ¿cuántas veces durante el día estamos atentos? ¿Cuántas y cuántas cosas pasan ante nuestra visión mental o dentro del campo perceptivo de los sentidos sin que les prestemos atención, dicho de otra manera, prestamos atención únicamente a aquello que nos gusta, como si –ya estamos con aquello del conflicto entre el bien y el mal– aquello que no nos gusta no fuese también un mensaje de la Verdad. Entonces, la verdad brota espontáneamente, como la fuentecita de los bosques, espontáneamente, cuando la persona está interesada realmente en descubrir la verdad, no está ya dispuesto a aceptar más normas ni disciplinas, no está ya dispuesta a seguir la opinión de otras personas, cuando se libera de la tradición y del concepto místico tradicional, cuando empieza realmente a ser entonces se realiza el misterio y el milagro: la Ascensión. Pierde peso porque la atención hace que uno se olvide de sí mismo, siendo el recuerdo de sí mismo el egoísmo y el olvido de sí mismo en la acción el altruismo, como decía la señora.
 

Conferencia de 10 de diciembre de 1977

4 septiembre 2008