Entonces, cuando hablamos de una reacción de la pequeña voluntad, de “las pequeñas voluntades de los hombres” que ofrecen una resistencia al propósito de la propia Divinidad, entonces existe esta reacción que llamamos karma.
Y el karma, naturalmente, con el peso kármico no podemos hacer otra cosa que desenvolvernos dentro de un muro de tradiciones, dentro de un muro de atavismos, y cuando hablamos de querer ayudar el corazón está vacío; es la mente la que quiere ayudar, el corazón no se siente lanzado a ayudar, no hay compasión. Como dijimos el sábado pasado, la forma más elevada del amor humano actualmente es la compasión. Pero lo que hacemos es tener caridad, una pequeña caridad que no es la compasión universal que es la que siente el propio Dios, la que sintió Cristo hacia nosotros y que siente hacia nosotros. Entonces si tuviésemos en nuestras manos la compasión podríamos curar, sin el deseo, sin la voluntad, por el ímpetu del amor estaríamos curando, estaríamos enalteciendo el ambiente social que nos rodea, iniciado este enaltecimiento en los grupos esotéricos.
El Espíritu de Grupo y su poder curativo. Conferencia de 18 de noviembre de 1982