Dentro de una lógica sencilla y fácilmente comprensible, vemos que el Reino de la Felicidad está al alcance del hombre que vive en paz consigo mismo y no se esclaviza al fruto de sus acciones. La mente de este hombre, como la del Ángel, no fragua ambiciones y posee una impresionante sencillez de ideas y pensamientos que constituyen la antesala mística aunque potentemente dinámica de la Creación. Pues -tal como decía JEZASEL – “La sencillez debe estar en la base del hombre sabio haciéndole acreedor a la potencialidad del Verbo sagrado y a los sonidos de los mántrams invocativos”.
«Los Ángeles en la Vida Social Humana. 1ª Edición electrónica, pág 149