La sinceridad y la profunda atención

Interlocutora. — Usted acaba de decir que en los colegios debieran enseñar, bien, yo siempre digo que para dar hay que tener, ¿quién es Maestro para poder enseñar todo eso con ejemplos que son los que verdaderamente enseñan?  Sería bueno que cada uno individualmente de los que ya queremos entrar en cierto camino de conocimiento, nos adentráramos en nuestro corazón y nos miráramos poquito a poco como somos en nuestra intimidad, como somos en nuestra familia, como somos con nuestra vecindad, en nuestro medio ambiente, en nuestro trabajo, qué gestos hacemos, qué grado de sinceridad tenemos, en fin todo eso. Entonces, para conocernos más pronto a nosotros mismos, y sin asustarnos y hacerlo poquito a poco, y entonces aprender a tener para un día poder dar.  No podemos dar lo que no tenemos, son sueños, son ilusiones.

Vicente. — Usted se da cuenta que hay que empezar, naturalmente, y empieza con la atención hacia nosotros mismos, porque somos indulgentes siempre para con nosotros mismos y atacamos duramente a los demás, ahí está   el principio de la sociedad orgánica dentro de la cual nos estamos moviendo. En el momento en que me doy cuenta exactamente de que la causa está en mí, dejaré automáticamente de ver a los demás como simples efectos secundarios. Cada cual es su propia causa, su propia ley y su propio destino, y la liberación de todo este contenido, de toda esta fuerza opresiva que hemos ido creando a través del tiempo, solamente desaparecerá no con las prácticas de humildad tradicionales, no con la mea culpa constante, sino cuando realmente seamos sinceros y nos sinceremos constantemente, lo cual significa que estaremos profundamente atentos a nosotros mismos, y automáticamente el principio de fraternidad se presenta a nosotros como una floración de valores naturales. No es algo sobre lo cual se pueda discutir, cuando el hombre discute por algo automáticamente es que no tiene la verdad, la verdad no se discute jamás, es. Como el ser humano, siempre discutiendo el ser humano, se pueden discutir sus reacciones, pero no el ser en sí, y ahí está la profundidad del criterio, la que debe llevar nuestra época a su plena floración, a su plena integridad, y naturalmente somos invocativos, ¿verdad?, estamos atentos.

Conferencia 9 septiembre 1978