La verdad, tendencia suprema del hombre hacia la fraternidad

 ¿Y qué nos importa a nosotros una persona que tenga muchos conocimientos intelectuales acerca de la verdad? Si la verdad no está en el conocimiento, ni está en el argumento, ni está en la conclusión, sino que por su propia naturaleza es volátil, como la mónada y, por lo tanto, es fugitivo como el aire, la verdad es así. No podemos captar la verdad por el simple razonamiento, ni tratar de aprehenderlo porque el aire se nos escapa, ¿verdad? Sabemos que está ahí, pero no lo podemos coger, así es de fugitiva la verdad. Entonces, para captar la verdad se ha de convertir uno en la propia verdad. No puede captarse la verdad desde un punto equis del espacio, o desde el tiempo, es decir, esta es la verdad. Y, sin embargo, sobre la verdad se han creado las teologías, se han creado las doctrinas, se han creado las religiones, se ha creado un sistema de valores sobre algo que la gente desconoce lo que es. Es decir, que una simple experiencia de la verdad, de cualquier discípulo, ha amontonado una serie de conocimientos y de doctrinas que se ha convertido en una religión, pero ahí nos está la verdad, está una pequeña verdad fraccionada, envuelta en una serie de argumentos mentales o místicos, pero la verdad no esto. Entonces, ¿qué es la verdad, que es lo que nos interesa captar? Cuando ya no la perseguimos, cuando de la vida no creamos un objetivo definido, entonces, paradójicamente, se define la verdad. Y es la verdad la que nos debe salvar, no el simple conocimiento de una pequeñísima verdad, teniendo en cuenta que todos tenemos una pequeña verdad conquistada a través del sacrificio de muchas vidas quizás, y llegamos aquí y tratamos de reunir sin resistencia un pequeño esbozo de la verdad que conocemos y constituimos un grupo, y este grupo tiene importancia, primero, porque la luz captada de la verdad por la experiencia de cada cual no reacciona contra la luz de la experiencia captada por otra persona  del grupo y, entonces, se convierte aquello en un bloque de verdad que puede atraer por simpatía vibratoria, científicamente dicho, esas energías de la verdad constantemente renovada que está en el espacio universal. Al no haber reacción, la verdad se manifiesta como la tendencia suprema del hombre hacia la fraternidad. No podemos apartar la verdad de la fraternidad, como no podemos apartar el conocimiento de la sabiduría, son consustanciales, teniendo en cuenta que la sabiduría es la verdad y que el conocimiento es una pequeña parte de la verdad. O cuando hablamos del amor y lo circunscribimos a nuestro pequeño amor personal, pero también sabemos que si amamos intensamente, con la intensidad más profunda, en la intensidad de este amor empezamos a reflejar de alguna manera la vida o el amor universal. Me parece que si comprendemos esto, los argumentos que se puedan ya agregar son ya, digamos, superficiales, podemos extender la idea al infinito, pero básicamente es ésta.


Conferencia de  30 septiembre 1982

 

18 septiembre 2008