Habida cuenta de que todo tipo de ambiente social, ya sea particular, familiar, profesional, grupal o nacional, es un producto de la imaginación humana expresada en forma de estados de conciencia, podríamos afirmar con todo sentido de lógica, que cada nación de la Tierra es psíquicamente y desde el ángulo del ambiente social, la suma de los estados de conciencia de todos sus ciudadanos, pudiendo colegir también de acuerdo con esta idea que habrá una Entidad psíquica de carácter dévico, que utilizando creadoramente las elaboraciones físicas, psíquicas y mentales de todos los ciudadanos de aquel país, determinará lo que técnicamente definimos como su Espíritu Nacional, es decir, su idiosincrasia particular, su singularidad psicológica, su manera típica de pensar y de enfrentar situaciones, así como la riqueza o pobreza del lenguaje que condiciona su grado de civilización y de cultura. De manera muy sutil y de acuerdo con unas significaciones ocultas que escapan por completo a nuestra ponderación mental, el Deva protector de un país -si podemos clasificarle de esta manera- es responsable también de la forma geométrica del territorio dentro del cual se circunscribe o crea sus fronteras, de la riqueza o pobreza del suelo nacional, de sus productos agrícolas o ganaderos y del desarrollo de la ciencia y de la industria en relación con otros territorios y naciones, no siendo tampoco ajeno dicho Deva a la estructuración de la forma de política o de gobierno que rige la vida de sus ciudadanos, los cuales, desde el ángulo oculto y de acuerdo con la ley del karma son la representación genuina de las verdaderas necesidades de los pueblos. Esta afirmación aparecerá sin duda como muy dura y arbitraria al superficial examen y quizás creerá el lector que estamos justificando de una u otra manera la actitud de los gobiernos despóticos, crueles o deshonestos con respecto a las naciones que por el dictado de una ley cíclica y kármica les ha tocado gobernar. No se trata de esto naturalmente, por cuanto todo ser inteligente y de buena voluntad reconoce de manera clara e incontrovertible la acción correcta o incorrecta, moral o inmoral dado que posee lo suficientemente desarrollado el sentido cualificativo del Bien y del Mal. Sin embargo, debo reiterar una vez más que el investigador esotérico suele ver las causas ocultas de los ordinarios acontecimientos externos y si bien por ética y acrisolados sentidos humanos experimenta una irresistible tendencia hacia el Bien y lucha con todas sus fuerzas para establecer sus leyes aquí en la Tierra, reconoce igualmente que en la vida de un ser humano, de una comunidad o de cualquier país, se está cumpliendo inexorablemente un destino de Justicia que los hombres deben tratar constantemente de reorientar, de comprender y de mejorar en todas las fases de su cumplimiento y desarrollo. El investigador esotérico acepta naturalmente frente a cualquier hecho y circunstancia la actitud impersonal que surge al considerar sus raíces kármicas, pero aún y admitiendo el destino de justicia que ha de cumplirse, su sensibilidad interna y su sentimiento íntimo de comprensión humana profundamente arraigados en su corazón, se entregará con todas sus fuerzas y capacidades a la noble tarea de remediar los males provocados por la incorrecta manera de gobernar un país, un sentimiento que surge triunfante de su corazón por efecto de sus contactos internos con SHAMBALLA, morada del Señor del Mundo y el verdadero centro de la Justicia y del Bien planetario. Bien, estas derivaciones, como comprenderán, son consubstanciales con la idea básica de llegar al fondo de una investigación oculta, que ha de llevarnos necesariamente a considerar la vida evolutiva de su Ángel regente y a las misteriosas relaciones de Éste con el Gran Señor planetario dentro de cuya aura magnética se mueven, viven y tienen su razón de ser todas las naciones de la Tierra.
Extracto tomado de “Los Ángeles en la vida social humana” págs 30 y 31.