«…cuando estáis muy atentos, cuando no pensáis más que en lo que tenéis delante, hay una paz en el interior, la mente cesa de funcionar como autómata, como una máquina con movimiento que procede del pasado, queda entonces expectante, asombrada de lo que está viendo, y es necesario cultivar este asombro, esta maravilla que es la paz, que la persona va recibiendo en tanto que ella se da cuenta de que va viviendo; y no que está marcando el tambor del tiempo, creando situaciones más o menos kármicas, y siguiendo las influencias de los pensamientos del pasado, o pensando quizás en la gloria del futuro.»
El discípulo y su irradiación, conferencia 14 de enero de 1982