Somos ya el Camino, la Verdad y la Vida

Cuando están atentos se produce un fenómeno en nosotros, es el fenómeno que están tratando de buscar a través de las disciplinas variadas, todos los yogas y todas las fuerzas mentales que entran en juego en determinados ejercicios, porque cuando decimos: “voy a meditar”, ¿qué hacemos realmente?, estamos separando de la totalidad de nuestro día, unos minutos, una hora, o lo que sea, para dedicarlo a la meditación y, ¿qué hacemos después?, ¿estamos meditando después? Entonces, la meditación no es un recogerse aparte de todo lo demás, y hay que ser muy inteligente para meditar y no quedar preso en la propia meditación.

 Es decir, que si vivimos atentamente, siempre, en todos los momentos, llegará el momento en que nos daremos cuenta de que «este yo» que tratamos de destruir porque su base es falsa, se ha convertido en el verdadero Yo superior, es decir, sin darnos cuenta hemos ido pasando de la inmanencia de nuestra humilde condición humana a la trascendencia del propio Dios, no hemos creado esquemas, no hemos creado metas, no hemos creado ejercicios, no hemos creado nada que pueda separarnos de la Verdad, pues el hombre es la Verdad, el hombre es el Camino, el hombre es la Vida, la Verdad, el Camino que conduce a la Vida, y esto somos nosotros, ¿y cómo vamos a crear una disciplina sobre aquello que somos nosotros sin crear al propio tiempo dentro de nosotros mismos una frontera que nos separa de la propia Verdad? Querer a Dios, por ejemplo, desear a Dios, es una dualidad, sólo cuando dejamos de desear a Dios lo tenemos ya, sólo cuando dejamos de utilizar la barrera, la limitación de una técnica, nos estamos acercando a aquello que carece de técnica, a aquello que es supremamente vívido y eterno, y a esto me remito. Si Uds. aquí están atentos, expectantes, cálidamente vibrantes, sintiendo en su corazón esta serenidad que solamente puede producir aquello que está más allá de la técnica, Uds. progresivamente se irán liberando, y entonces se darán cuenta de que en los momentos actuales las técnicas tienen que reducirse al máximo para que impere el deber social, y el deber social es la atención: la atención al hermano, la atención a los grupos, la atención al propio espíritu de uno mismo. Esta es mi opinión que honradamente les ofrezco.

Conferencia de 7 de octubre de 1985