El propósito de vida del ser: la expresión de su naturaleza divina

Les invité a seguir para nuestro estudio esotérico la regla mística de los iniciados, con aquellas cualidades básicas que constituyen el propósito de vida de todo ser nacido, que es el querer, el saber, la audacia en la búsqueda y, finalmente, el silencio, la humildad. Con estas cuatro cualidades, la del interno propósito perseverantemente sostenido, con la sed de conocimiento superior buscado siempre en forma impersonal; la intrepidez o la valentía, la audacia en penetrar en las regiones desconocidas de la conciencia; y finalmente, aquella silenciosa humildad del hombre que ha conquistado una verdad y se limita a reverenciar a la Divinidad y no se vanagloria de aquella verdad contenida en su interior ya como fruto de una experiencia. Teniendo ya como base la de nuestra búsqueda interior este propósito sostenido, esta sed de conocimiento, esta intrepidez en la búsqueda y esta humildad sostenida también, vamos a analizar aquello que constituye la esencia, la raíz, la interrogante de todo ser humano cuando en determinado momento de su vida se pregunta quién es, de dónde proviene y a dónde se dirige.
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Bien, siguiendo el proceso analítico de la analogía hermética, hoy estudiaremos lo que puede ser el principio del 4º Reino de la Naturaleza, de lo que es el reino humano, teniendo en cuenta que todo cuanto vamos diciendo no debe ser interpretado en forma intelectual, siguiendo un razonamiento más o menos lógico, sino tratando de profundizar en aquel océano desconocido de verdad que es la intuición. No acepten tampoco nada de lo que se diga aquí por el hecho de que tengan confianza en la persona que está exponiendo tales ideas, sino teniendo en cuenta el que si algo es verdad, la verdad se sostiene por sí misma, no necesita defensores. Por lo tanto, solamente hay que seguir muy atentamente todas y cada una de las ideas que iremos exponiendo y tratando, dentro de esta atención, de dejar que la mente intelectual quede automáticamente paralizada o suspendida en sus funciones a fin de permitir que la atención sea tan profundamente analítica que pueda comprender si realmente hay verdad o, por el contrario, hay una deformación de esta verdad en estas palabras.
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“…tengamos en cuenta algo muy importante, todas las modificaciones de conciencia que se notan actualmente en la humanidad, todo cuanto vemos de desastroso por doquier, nuestras propias tensiones, la inquietud, el miedo, la intemperancia, y el escaso dominio que tenemos de nosotros mismos, viene provocado en parte -y no es para justificarnos- por el hecho de que nuestro Logos Planetario al cabo de veinte millones de años está accediendo a la cuarta iniciación, y ahora está desarrollando una conexión entre este centro y este [señala en la pizarra] y como que la cuarta iniciación, místicamente hablando, corresponde al misterio de la crucifixión de Cristo, nos daremos cuenta que ahora estamos en el centro de las más grandes tensiones que ha vivido la humanidad en toda su historia. Digo, que no es para justificar, sino para que seamos conscientes de nuestra propia responsabilidad, teniendo en cuenta que siendo unas expresiones, por así decirlo, del Espíritu Santo, teniendo una mente analítica que nos permite pensar con toda la fuerza de la razón y del entendimiento, más un corazón que se va desarrollando, digo, debemos adquirir la responsabilidad de trabajar en favor de esta cuarta iniciación, y no quedar detenidos como estamos haciendo constantemente en el aleteo de las pequeñas emociones, en los pequeños problemas que tenemos, sino que como buenos aspirantes espirituales debemos de desarrollar aquel fino sentido de observación de todas las cosas que nos permita adueñarnos del tiempo y convertir el tiempo en una expresión de la naturaleza divina.”

Conferencia de  12 de febrero de 1977