Por lo tanto, estamos aquí un grupo de personas que quieren trabajar internamente, que quieren deshacer los entuertos del pasado, como vulgarmente se dice, y que quieren reorientar completamente sus energías hacia estas olas de renovación que nos vienen del Cosmos. Y aquí está el proceso. Hasta aquí, la liberación la concebíamos como un hecho enteramente místico, y de hecho es místico en sí mismo, pero el dinamismo de la acción exige que la liberación sea un hecho racional, que se vea claro el proceso, y que confiemos mucho menos en las palabras de los Maestros que decimos, no porque los Maestros no posean la verdad en su amplia extensión más allá del entendimiento sino porque nosotros escuchamos solamente aquello que nos gusta oír y no la verdad. ¿Se dan cuenta de la diferencia que hay entre la verdad y aquello que queremos oír y que queremos comprender? Naturalmente, el raciocinio está más allá del instinto, pero la intuición de las cosas, la verdad de las cosas, está mucho más allá y por encima del raciocinio. ¿Quiere ello decir que hay que dejar a un lado el instinto y el raciocinio para acercarse a la intuición? Yo diría que hay que ser ampliamente conscientes, conscientes de la extensión del ser, sin tasa ni medida, porque solo siendo muy conscientes seremos capaces de comprender los hechos tal como suceden y no tal como nosotros creemos que van a suceder. Hay que ser muy críticos y darse cuenta también de que la liberación tiene dos vertientes: una es el espíritu, la luz que penetra en todas las cosas y otra es la redención de la substancia. Y cuando hablamos de la redención de la substancia empezamos ya firmemente a entrar en la ley de transmutación de la naturaleza, empezamos a actuar como verdaderos alquímicos dentro de la naturaleza como se hacía antes, cuando las personas veían las cosas, las proyectaban dentro de un ángulo superior y entonces las transformaban en algo concreto.
Conferencia 11 abril 1981