La verdadera oración

Interlocutor.—Has hablado que para poder colaborar con los grandes Avatares, Ángeles Solares y demás lo fundamental es ser humilde, ahora viene la pregunta: ¿qué es la auténtica humildad? Yo te quería preguntar si estás de acuerdo con la definición que creo que dio Santa Teresa de que “la humildad es la verdad”. Para llegar a la auténtica verdad es muy difícil porque tenemos la facilidad, creo yo, de engañarnos a nosotros mismos, de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio, entonces, el camino para ser verdaderamente sinceros con uno mismo quizá no sea más que la auténtica oración, la meditación. ¿Nos puede decir algo?
Vicente.— ¿Qué entendemos por oración? ¿Pedir algo a la Divinidad?
 
Interlocutor.— No. Comunicarse…
Vicente.— Bien. ¿Y por qué no nos comunicamos con los seres humanos? Hay personas que se pasan el tiempo orando y cuando salen a la calle todo el fruto de la oración se ha perdido, pues entonces es que no hay comunicación, pues si es verdad que Dios está en todos los seres y en todas las cosas la oración es constante. No puede existir un lapsus… voy a orar, voy a meditar, voy a hacer una plegaria al Altísimo y luego se olvide de todo en el devenir de la vida cotidiana donde hay tantos puntos de fricción entre los hombres. Entonces, y le contesto, para mí la verdadera oración es buscar la sintonía con el corazón del otro, del ser humano, del prójimo. En el momento en que hay este punto de unción, de unión con el corazón de cualquier otra persona o grupo de personas o con toda la humanidad estoy auténticamente orando, estoy en comunicación directa con el Señor. Por esto queda entendido que las personas confunden el instrumento con la realidad, prefieren la realidad y desprecian el instrumento cuando ya no le es necesario. La persona que está en contacto con los demás deja de orar, deja de meditar, está en contacto simplemente. ¿Se da cuenta? Hay personas que están meditando mucho tiempo al santo de su devoción o meditando en las fuerzas cósmicas, pero que al rato de estar meditando sólo sienten una pequeña llamita en el corazón; no es la meditación sino una conducta la que debe activarse o propagarse. No digo que no se deba orar o meditar ¡cuidado! Estoy diciendo que no se confunda el efecto con la causa, la causa es la unidad y el efecto es meditar. Si se confunde el aspecto con la causa el mundo está como vemos, y sabe Dios que hay mucha gente que medita y que está orando constantemente, las iglesias están llenas de fieles, los grupos religiosos de no importa qué tipo de creencias están también llenos de fieles, y sin embargo no hay paz en el mundo. ¿No será que no han sabido meditar de cara a los demás, al corazón del prójimo, de cara al ser humano? Son las propias iglesias las que deben contestarse. Si se dieran cuenta por qué existen peligros de cisma constantes en las iglesias…, porque no hay amor que las sustente en el fondo… grandes estructuras, monopolios y mucha gente dentro no pueden traer la paz a un mundo necesitado, la paz sólo puede venir de la comprensión de mi prójimo, de mi otro yo, de mi álter ego que son todos ustedes, que es toda la humanidad.

Conferencia de 12 de mayo 1979