«Señor, qué puedo hacer por ti»

Cuando la Divinidad gracias al sacrificio de los Ángeles Solares decidió que los hombres poseyesen alma, automáticamente en aquella alma puso un poco de Su voluntad, y a la humanidad en su totalidad se le llama la raza de los hombres pero también las pequeñas voluntades de los hombres porque una pequeña voluntad implica Voluntad de Dios y el hombre no puede tener voluntad si no tiene a Dios que le otorga la voluntad. Ahora bien, hay lo que podemos llamar esotéricamente la medida de la voluntad, y esto es parte de la evolución, cada persona tiene su propia medida de la Voluntad de Dios, pero en su conjunto la humanidad reacciona de una manera contraria a los planes de la propia Divinidad, con la salvedad de que el Logos Solar no puede intervenir en el proceso porque es Su propia Voluntad descendida en aquellos niveles la que está en juego, y cuando la Jerarquía impone ciertas reglas como leyes siempre tiene que esperar que la humanidad responda a estas leyes, y no puede intervenir porque el karma es sagrado ya que obedece a la Voluntad de Dios de que el hombre sea así, y si el hombre reacciona contra la Divinidad es como si parte de Dios reaccionase contra Dios, la totalidad. Por lo tanto, esotéricamente, las personas de buena voluntad y los discípulos mundiales saben estas cosas y sus invocaciones y plegarias no son “dame esto Señor, dame lo otro, o cólmame de esta dicha”, sino “Señor, qué puedo hacer por ti, cómo puedo trabajar en tu servicio”, entonces la Voluntad de Dios se engarza de nuevo en la gran cadena iniciática de los Grandes Señores del Universo, y de hecho sin darnos cuenta pasamos a formar parte de esta entidad cósmica que llamamos la Jerarquía que, de una manera u otra, está respondiendo a fuerzas cósmicas como pueden ser las Pléyades o Sirio mismo.

Conferencia 6 junio 1979