Toda la voluntad del hombre es aquella reserva que ha logrado adquirir de la herencia divina, de la voluntad de Dios, y esto puede ser dicho igualmente con respecto al amor o con respecto a la inteligencia. Unas personas tienen más inteligencia que otras pero quizá no tengan tanta voluntad y otras personas pueden tener mucha inteligencia y carecer de amor o carecer también de voluntad. Por lo tanto, sin embargo, todo el amor, toda la voluntad y toda la inteligencia que está en el hombre proceden de Dios, y es la cantidad —si podemos decirlo así— de voluntad, de amor o de inteligencia que desarrolla un hombre, es lo que nos da una prueba de su acercamiento a Dios. Ahí está el principio de la magia de la acción, es decir, aquel que en la vida se define hay que unirse a él por semejanza, pues tales son los asuntos del Padre, está escrito en la Biblia.
Por lo tanto, todo esto que estamos diciendo es muy antiguo y es muy moderno, porque carece de tiempo, porque Dios crea un Universo y nosotros creamos situaciones. No tenemos el poder de crear un Universo pero ¿acaso un ambiente familiar o un ambiente social no es un Universo? Con sus devas actuantes, con sus fuerzas invisibles, creando una atmósfera de paz o de desequilibrio, hasta llegar un momento en que el hombre se da cuenta que realmente debe reorientar totalmente sus actitudes y llegar a un punto de síntesis, entendiendo que síntesis no es el punto de llegada de una cuestión sino un equilibrio entre varias situaciones, la polaridad, por ejemplo, podíamos decir, la electricidad: un punto positivo, un punto negativo y como consecuencia no del choque sino del equilibrio surge la luz, entonces, la luz es la síntesis, la síntesis de lo positivo y de lo negativo, no una lucha para crear una situación de emergencia o de no-emergencia.
4Conferencia de 13 de julio de 1985