Interlocutor.—Los dones, según el Cristianismo, son un servicio al prójimo y no para nuestro progreso espiritual, ¿cómo se hace para que estos desarrollos de dones no sean un impedimento para el discípulo y no sean una autoafirmación del ego?
Vicente.—Buena pregunta. ¿Qué es exactamente un don? Los llamados dones, la gracia santificante, el poder de realizar algo superior a lo normal es consecuencia de un contacto con el Alma o Yo Superior o que el Alma ha logrado expresarse muy activa y profundamente a través de sus vehículos de manifestación. Vemos por ejemplo un gran poder que es la clariaudiencia o la clarividencia, o la psicometría, o la ubicuidad, una serie de poderes que nos vienen legados todavía desde la época atlante, pero debo ser muy específico y muy claro al respecto, cuando un discípulo penetra por primera vez en un Ashrama del Maestro tiene que dejar, ya como premisa, sus poderes en la entrada, debe entrar puro e inmaculado, porque si no hay pureza, el poder psíquico, los dones, pueden convertirse en algo negativo en vez de ser algo realmente afirmativo. Al dejar el discípulo sus armas en los dinteles de la puerta, en los umbrales del Ashrama, indica que tiene que pasar a un estado superior de conciencia dentro del cual los dones no le son necesarios ni tampoco los poderes psíquicos, estos poderes, estos dones benditos de la naturaleza del Alma le serán concedidos entonces más adelante cuando haya adquirido una cierta elevación espiritual que le capacitarán para utilizarlos debidamente. Son los grandes atributos de los Iniciados los poderes psíquicos; pero los Iniciados saben cómo utilizarlos sin quedar apegados al fruto de sus acciones. Esta es la primera de las Grandes Leyes de la Iniciación. Primero, tenemos una personalidad dotada de muchos poderes, de muchos dones que son su herencia del pasado, después, viene en el correr del tiempo, un estado de conciencia dentro del cual se da cuenta de que los poderes le atan a la Tierra, o le atan a sí mismo, entonces empieza sutilmente a dejarlos a un lado de su vida, a no utilizarlos, a dejarlos tal como es de ley, en los umbrales del Ashrama o situarlos bajo el umbral de la conciencia. Después viene la Iniciación que es la penetración en ciertas áreas definidas de la Vida de Dios y, en ciertas Iniciaciones, son recuperados todos los dones y todos los poderes porque entonces el Iniciado utilizará estos dones, estos poderes o estas facultades, para servir a la humanidad y no para servirse a sí mismo. Tal es la Ley, y tal es la Realidad que yo he aprendido en el Ashrama.
Conferencia de 19 octubre 1985