Revelando a Dios

Estamos tratando constantemente tratando de revelar la gloria de Aquel que es el Creador de todo. Y si en un principio de los tiempos estuvimos condicionados por la idea de que Aquello era algo aparte de nosotros y que la vida de la Divinidad era una vida muy diferente (de la nuestra) estamos equivocados. Nosotros a través de los átomos permanentes, a través de las espirillas, planos, colores o Rayos que se desarrollan en cada uno de los átomos permanentes estamos tratando de revelar a Dios; no estamos simplemente traficando con valores humanos, estamos siendo constantemente responsables del poder que se nos ha asignado de revelar a la Divinidad. Entonces, me pregunto si se darán cuenta por qué estamos aquí. Y ustedes están aquí con seriedad y con una gran intención, y significa que están proyectándose constantemente hacia la búsqueda de nuevos sentidos, no simplemente de facultades para asombrar a los demás, sino simplemente para ser más conscientes de Dios en cada uno de los planos de la Naturaleza. Si hemos desarrollado tres cuerpos, el cuerpo físico de una manera regular, el cuerpo emocional y empezamos ahora solamente a desarrollar algunas partículas del átomo permanente mental, ¿qué es lo que hay más allá? Hasta que no logremos conquistar la estrella mística de cinco puntas, lo cual significa que en cada uno de los planos físico, emocional, mental, búdico y átmico tendremos desarrollados cuerpos, lo cual significa también que seremos iniciados en cada uno de estos planos y que, por lo tanto, por obra y gracia de los ángeles, del Espíritu Santo que acumulan energía en estos cuerpos nos convertiremos en un Maestro de Compasión y de Sabiduría, ¿por qué no? No hay que limitar la fuerza de la mente, no hay que limitar nunca la expansión del corazón, no hay que limitar nunca el vuelo de la imaginación, hay que seguir adelante solamente dándonos cuenta de las limitaciones impuestas por la vida, pero al propio tiempo dándonos cuenta con tremenda seguridad de que Dios está en nosotros y que nosotros somos el oído, el tacto, la vista, el gusto y el olfato de la Divinidad.
 
Conferencia 9 septiembre 1978