Deberíamos abordar el gran problema social y psicológico de nuestro mundo sin pretender alcanzar algún objetivo definido, sabiendo de antemano que es la propia Vida, manifestada a través de las grandes corrientes de expansión cíclica en el planeta, la que debe señalar tales objetivos, los más lejanos y de proyección cósmica y los más cercanos de dimensión individual y social.
Esta es una afirmación que escandalizará quizás a muchos aspirantes espirituales que han proyectado ya seguramente su futuro kármico en orden a sus razonamientos mentales y que vivirán volcados indefectiblemente a los grandes sueños e inmensas perspectivas del futuro, sin haber consumado previamente su pasado kármico en el presente, lo cual puede significar que el futuro continúa siendo “un sueño” y que por tanto tal futuro no puede proyectarse en el presente porque el pasado no ha sido todavía consumado o liberado. Sin embargo, tal es el Dharma del verdadero discípulo: consumar el pasado en el presente a fin de que el futuro pueda proyectarse sobre este presente, viviendo por anticipado aquel momento cumbre del tiempo, aquel “eterno ahora”, que abre el Sendero inmaculado de la Liberación.