Vivir en el mundo sin ser del mundo

«Vivir en el mundo, pero sin ser del mundo», es volver tranquilo de contemplar los acontecimientos, aparte de ellos mismos, lo cual significará que estaremos muy atentos, observaremos dentro desde esta gran atalaya de la atención espiritual lo que debemos hacer, cómo debemos hablar, cómo debemos comportarnos en la sociedad, cómo podemos presentar el Reino de Dios y su justicia a los demás seres. Todo esto vendrá no por acumulación de intereses, de conocimientos intelectuales, sino por habernos desnudado completamente de todo esto y surgir triunfantes como el ave fénix de sus propias cenizas.

 

La venida del Instructor del Mundo. Barcelona 12 septiembre de 1987