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«Antes creíamos, …. que la persona podía vivir en el éxtasis buscando a Dios, conversando con Dios, y estando constantemente en esta íntima y mística comunión, olvidándose que la vida de Dios es participación. La única manera de quebrantar las leyes que obligan al ser humano a nacer y a morir, de detener la Rueda de Samsâra, esta rueda de muerte y nacimiento, de karma incesante, de acumulación de premios y castigos a través de las edades,  es que el hombre sea capaz de compartir con los demás aquel diseño, aquel arquetipo, aquel fuego, aquella fuerza que ha adquirido en la lucha por la revelación de él mismo. «

 

Las Leyes de la Evolución del Hombre, conferencia en Barcelona, el 1 de agosto de 1974.