Por grados de atención y de serena expectación avanza el discípulo por las dilatadas áreas del conocimiento superior y va siendo consciente en esta medida de todo cuanto le es necesario para el normal desarrollo de la acción mágica o creadora.
Va aprendiendo de esta manera que la atención de su alma no es una cualidad mental, sino que es una proyección del propósito de Dios, o de su Mónada, en su vida de discípulo, por cuyo motivo su visión de las cosas y de los acontecimientos sufre un cambio profundo y radical, apreciando entonces muy claramente la distinción existente entre la mente, la atención y el propósito.
Situando cada cual ordenadamente en su vida y comprendiendo profundamente también que el desarrollo espiritual es progresivo y va –en lo que a él respecta– de lo universal a lo particular, comprendiendo en virtud de ello qué es lo que quería significar el CRISTO con Su divina exhortación: “BUSCAD PRIMERO EL REINO DE DIOS (lo universal) QUE LO DEMÁS (las condiciones particulares o personales) SE OS DARÁ POR AÑADIDURA”.
Hay que tener presente de acuerdo a lo dicho anteriormente, que el Propósito de Dios está esenciado en la Mónada espiritual, que la Atención viene proyectada desde el Ángel solar o Yo superior y que la Mente es el instrumento de que se vale el Ángel solar para imprimir vida espiritual a la personalidad organizada del discípulo.
Magia Organizada Planetaria, 1ª Edición electrónica, página 108