Publicada el 7 de marzo de 2012 por Equipo VBA
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Una verdad es aparente y así es aceptada por el verdadero investigador espiritual. De ahí que si el individuo descubre la Verdad en su interior, deja automáticamente de prestar atención a los libros sagrados y a las palabras de aquellos que se dicen sus intérpretes. Hay que aceptar lógicamente pues que no hay verdaderos poseedores de la Verdad ni hombres realmente santos que pierdan el tiempo en descifrar el lenguaje a menudo simbólico de las Escrituras.
Ellos se han convertido en la propia Escritura y en el Verbo de la Revelación. Su misión es reflejar la luz recibida de la manera más conveniente y asequible a las gentes, demostrando una radiación espiritual y una sabiduría viviente que había perdido su fragancia al pasar por las interpretaciones dogmáticas de los textos contenidos en los libros sagrados en cualquier religión organizada del mundo. Hay que aceptar noble y sinceramente que quien posea la Verdad la expondrá naturalmente y sin reservas en cada una de sus vivencias cotidianas y que sólo aquel que no la posea deberá refugiarse constantemente en los textos de las Escrituras con el peligro que supone el interpretarlos inadecuadamente.
Introducción al Agni Yoga. 1ª Edición digital, pág 11.