Si parece que doy a mis palabras un aire de autoridad es porque así lo siento, no crean que quiero imponer una idea, la siento y simplemente la expongo. Esta afirmación muy humilde de mi parte, hará que ustedes acojan de lo que diga lo más comprensivo para ustedes, lo que esté más dentro de su corazón y de su mente, y tal como decía el joven, dudar mucho, porque cuanto yo diga puede ser una equivocación, ¿quién lo sabrá sino ustedes? Yo puedo explicar muchas cosas aquí, puede tratarse de una explicación intelectual que yo haya entresacado de cualquier libro, puede ser que sea una experiencia vívida dentro de mi corazón, pero, ¿quién les informará directamente a ustedes? Sólo ustedes pueden darse la respuesta, y siempre tengo que decir: “no acojan las palabras –tal como decía Buda– como a una autoridad porque vengan de una entidad superior, aunque sea el propio Maestro, o porque es la expresión de algún libro santo, y que este libro haya sido, digamos así, manifestado por la propia divinidad, como por ejemplo las Tablas de la Ley. Tampoco podemos aceptar cualquier cosa, por bella que sea, por el sólo hecho de que nos hayan dicho que ha sido creado por un ángel, solamente nos queda un recurso como seres humanos, psicológicamente establecidos dentro de una mente que funciona a un ritmo de actividad correcta, de dudar, dudar y dudar. Pero, hay algo innegable, y es que este silencio precursor de verdades es el que preside constantemente nuestras conversaciones. Todo cuanto he dicho puede ser falso, pero el hecho de que estemos unidos es verdadero, y si logramos esto solamente, vale la pena establecer este contacto, no solamente yo, cualquier persona aquí que sea capaz de establecer ese contacto, lo demás no tiene importancia, son ideas que pueden ser aceptadas o rechazadas. Lo que interesa es estar en una comunión constante los que estamos aquí, y que este contacto permanezca estable cuando establezcamos relación con otras personas. ¿Es pedir mucho? Es tratar de ser correcto, lo que decía anteriormente y siempre digo, ser un ciudadano correcto, cumpliendo los compromisos sociales de la mejor manera posible, nada más.
Conferencia 11 de septiembre de 1976
Interlocutor. — O sea, que dominar el sonido es dominar los cuerpos inferiores.
Vicente. — Si pudiésemos tener en un momento determinado del tiempo, la nota que corresponde al cuerpo físico, al cuerpo emocional, o al cuerpo mental seríamos como Dioses. Este poder debe ganarse con la prueba, el sufrimiento, la investigación, y el correcto uso de las cualidades que tenemos todos en latencia o en potencia.
Es decir, estamos constantemente tratando de ser mejores, en este sentido podemos decir que la intención que proviene de la estrella monádica atraviesa el Verbo y algo del Verbo llega a nuestras palabras, porque el indicio mayor para el esoterista de que la persona posee el Verbo, como técnicamente se dice, es cuando convence sin atar y cuando atrae aún sin convencer. No se sabe, es un misterio, lo que pasa es que el Verbo está dentro del Cáliz, irradiando el Verbo a través del Cáliz, siendo el Cáliz la palabra correcta.
Conferencia 14 de Febrero de 1976
Ahora estamos representando conjuntamente una cualidad, la cualidad de síntesis, la cualidad de 2º Rayo, el rayo del afecto creador. Estamos unificando los corazones, ustedes están atentos y en esta atención están creando una música espiritual que está manifestando la fuerza del 4º Rayo. Atención, fuerza del 1er Rayo, y lo que suscita el afecto que produce la palabra y la resonancia en nuestro interior se convierte después en la fuerza de 7º Rayo en la conducta. Por tanto, si hay una atención profunda en nuestra vida en todo cuanto realicemos, estamos invocando la fuerza del Rayo más grande del Universo: el 1er Rayo, el Rayo de la Voluntad Dinámica del Universo, que es el que crea y, al propio tiempo, destruye lo no esencial. Toda persona bien orientada, toda persona que va perdiendo paulatinamente los matices diferenciadores de su propia apariencia, está dotando a su vida del poder destructor de las limitaciones.
Conferencia 12 de Junio de 1976
Dense cuenta que todo el Universo no es sino la expresión de un aspecto de la Divinidad, que los planos son representaciones objetivas de esta Divinidad, que los reinos de la naturaleza dentro de este plano están tratando de cumplimentar esta fuerza mágica de la evolución, y que cuando el ser humano llega a cierto punto en que se hace consciente de sí mismo empieza ya a modelar para su propio Señor de Rayo un campo de posibilidades.
Luego, tenemos la responsabilidad de crear un camino para los rayos, si nuestra tendencia es hacia la política, seamos buenos políticos, si nuestro punto de anclaje es la religión, seamos realmente religiosos, no seamos dogmáticos, seamos personas libres dentro de la religión, no creemos estructuras para quedar presos dentro de las mismas, no creemos organizaciones, creemos organismos, esta es la base de un rayo.
Si somos filósofos busquemos activamente la verdad, y si somos científicos tratemos de revelarla objetivamente, si somos artistas que la gran fuerza de este misterio latente de armonía en el Universo pueda manifestarse plenamente a través de nuestras características humanas. Si somos devotos, la devoción es extraordinaria, pero no podemos prestar la devoción a las cosas pasajeras, depositemos el corazón en cosas grandes y elevadas para poder salir así de este sentido limitador de la vida, y si queremos ser realmente buenos discípulos empecemos por aplicar correctamente la magia.
Conferencia 12 de Junio de 1976
¿Usted conoce el misterio del yo trascendente? Existen dos cosas. Tenemos el yo inmanente… Suponga que Dios es todo esto, nosotros estamos separados por una pequeña corteza. Este es el yo inmanente, el yo trascendente es todo el cuadro. Dios al crearnos no tiene necesidad de meterse dentro de nosotros, sino que una radiación de su vida nos da vida a nosotros, entonces, tenemos la creación del yo inmanente, el yo dentro de la estructura creada por la mente, la emoción y el cuerpo. Es nuestro yo, pero, es una ilusión porque el yo, de hecho, es el mismo yo limitado en espacio y tiempo. Cuando digo esto es para referirme a que las personas acostumbran a crear un mito de las cosas, y este mito puede ser engañoso, lo que ocurre con cualquier organización religiosa que, al crear una estructura, sitúa todo dentro, ¿no es verdad?, porque mientras esté solamente dentro habrá una cosa inmanente pero no habrá trascendencia. ¿Qué pasa con el dogmatismo? Es una cosa cerrada, por lo tanto el dogmatismo no puede dar una idea de lo trascendente, da solamente la idea muy limitada todavía del yo inmanente. Ahora, cuando el yo inmanente desaparece fundido dentro del mar del yo trascendente, entonces estamos llegando a este punto. Pero, fíjense bien, que ahora me da usted la opción para aclarar todavía más aquello que decíamos de la fusión del espíritu con la materia sin pasar por el alma. Este punto creado del yo que busca ha creado el alma, y a través del alma como intermediario el yo inmanente trata de hacerse uno con el yo trascendente. ¿Qué pasará cuando desparezca esto? El Yo y el yo son la misma cosa. La gota no se ha volcado en el mar sino que el mar se ha volcado en la gota, entonces será el yo trascendente siempre ya. Ahora bien, en relación con otros sistemas solares quizás el yo trascendente no sea sino un pequeño punto inmanente, es lo mismo, porque en la vida del cosmos todo es un tejer y destejer mundos y sistemas solares. Claro, esto tendría que darnos la idea de lo que es la humildad, de ser humildes hasta donde podemos penetrar en el sentido de la humildad. Solamente darnos cuenta de que todo aquello que para nosotros es lo más grande, es Dios, solamente es una fracción, una pequeña parte física de una serie de sistemas superiores. Y no hablamos ya de Betelgeuse y Aldebarán, que son estrellas dentro de las cuales caben millones de soles. Seamos humildes pues, la gloria del esotérico o del místico es ser humildes. Reconocer que el conocimiento no es ni más ni menos que tratar de profundizar en el propio sentido de valores para extraer humildad, porque es por la humildad que vamos creciendo hacia Dios, que vamos penetrando en su naturaleza.
Conferencia 12 de Junio de 1976