«Señor, qué puedo hacer por ti»

Cuando la Divinidad gracias al sacrificio de los Ángeles Solares decidió que los hombres poseyesen alma, automáticamente en aquella alma puso un poco de Su voluntad, y a la humanidad en su totalidad se le llama la raza de los hombres pero también las pequeñas voluntades de los hombres porque una pequeña voluntad implica Voluntad de Dios y el hombre no puede tener voluntad si no tiene a Dios que le otorga la voluntad. Ahora bien, hay lo que podemos llamar esotéricamente la medida de la voluntad, y esto es parte de la evolución, cada persona tiene su propia medida de la Voluntad de Dios, pero en su conjunto la humanidad reacciona de una manera contraria a los planes de la propia Divinidad, con la salvedad de que el Logos Solar no puede intervenir en el proceso porque es Su propia Voluntad descendida en aquellos niveles la que está en juego, y cuando la Jerarquía impone ciertas reglas como leyes siempre tiene que esperar que la humanidad responda a estas leyes, y no puede intervenir porque el karma es sagrado ya que obedece a la Voluntad de Dios de que el hombre sea así, y si el hombre reacciona contra la Divinidad es como si parte de Dios reaccionase contra Dios, la totalidad. Por lo tanto, esotéricamente, las personas de buena voluntad y los discípulos mundiales saben estas cosas y sus invocaciones y plegarias no son “dame esto Señor, dame lo otro, o cólmame de esta dicha”, sino “Señor, qué puedo hacer por ti, cómo puedo trabajar en tu servicio”, entonces la Voluntad de Dios se engarza de nuevo en la gran cadena iniciática de los Grandes Señores del Universo, y de hecho sin darnos cuenta pasamos a formar parte de esta entidad cósmica que llamamos la Jerarquía que, de una manera u otra, está respondiendo a fuerzas cósmicas como pueden ser las Pléyades o Sirio mismo.

Conferencia 6 junio 1979

La verdadera oración

Interlocutor.—Has hablado que para poder colaborar con los grandes Avatares, Ángeles Solares y demás lo fundamental es ser humilde, ahora viene la pregunta: ¿qué es la auténtica humildad? Yo te quería preguntar si estás de acuerdo con la definición que creo que dio Santa Teresa de que “la humildad es la verdad”. Para llegar a la auténtica verdad es muy difícil porque tenemos la facilidad, creo yo, de engañarnos a nosotros mismos, de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio, entonces, el camino para ser verdaderamente sinceros con uno mismo quizá no sea más que la auténtica oración, la meditación. ¿Nos puede decir algo?
Vicente.— ¿Qué entendemos por oración? ¿Pedir algo a la Divinidad?
 
Interlocutor.— No. Comunicarse…
Vicente.— Bien. ¿Y por qué no nos comunicamos con los seres humanos? Hay personas que se pasan el tiempo orando y cuando salen a la calle todo el fruto de la oración se ha perdido, pues entonces es que no hay comunicación, pues si es verdad que Dios está en todos los seres y en todas las cosas la oración es constante. No puede existir un lapsus… voy a orar, voy a meditar, voy a hacer una plegaria al Altísimo y luego se olvide de todo en el devenir de la vida cotidiana donde hay tantos puntos de fricción entre los hombres. Entonces, y le contesto, para mí la verdadera oración es buscar la sintonía con el corazón del otro, del ser humano, del prójimo. En el momento en que hay este punto de unción, de unión con el corazón de cualquier otra persona o grupo de personas o con toda la humanidad estoy auténticamente orando, estoy en comunicación directa con el Señor. Por esto queda entendido que las personas confunden el instrumento con la realidad, prefieren la realidad y desprecian el instrumento cuando ya no le es necesario. La persona que está en contacto con los demás deja de orar, deja de meditar, está en contacto simplemente. ¿Se da cuenta? Hay personas que están meditando mucho tiempo al santo de su devoción o meditando en las fuerzas cósmicas, pero que al rato de estar meditando sólo sienten una pequeña llamita en el corazón; no es la meditación sino una conducta la que debe activarse o propagarse. No digo que no se deba orar o meditar ¡cuidado! Estoy diciendo que no se confunda el efecto con la causa, la causa es la unidad y el efecto es meditar. Si se confunde el aspecto con la causa el mundo está como vemos, y sabe Dios que hay mucha gente que medita y que está orando constantemente, las iglesias están llenas de fieles, los grupos religiosos de no importa qué tipo de creencias están también llenos de fieles, y sin embargo no hay paz en el mundo. ¿No será que no han sabido meditar de cara a los demás, al corazón del prójimo, de cara al ser humano? Son las propias iglesias las que deben contestarse. Si se dieran cuenta por qué existen peligros de cisma constantes en las iglesias…, porque no hay amor que las sustente en el fondo… grandes estructuras, monopolios y mucha gente dentro no pueden traer la paz a un mundo necesitado, la paz sólo puede venir de la comprensión de mi prójimo, de mi otro yo, de mi álter ego que son todos ustedes, que es toda la humanidad.

Conferencia de 12 de mayo 1979

La atención: un principio de la naturaleza

Interlocutor. — Hay una anécdota de Buda cuando está explicando en un sermón, precisamente lo que él llamaba la ciencia de la atención, diciendo que era la máxima ciencia, la máxima enseñanza que se podía dar en aquel momento a la raza. Y uno de sus más allegados discípulos le dijo más o menos como decía Ana, que tenía problemas, ¿no? ¿Qué debía hacer para solucionarlos? Y le dijo Buda: “¿Tienes un pañuelo?” Le dio el pañuelo, lo cogió,  claro y era de seda ¿no? Dice: ¿qué he hecho?… Dice: “un nudo”. ¿Te has fijado bien? ¿qué he hecho?…” “Un nudo”. ”¿Lo has visto bien?, ¿qué he hecho?”… “Un nudo”. Dice: “Todos nosotros estamos llenos de nudos, ¿qué hay que hacer para deshacer estos nudos?… Se quedó pensando y dice: “Pues hacer exactamente lo contrario que se ha hecho para hacer este nudo”. Dice: “Sí, pues a través de esta atención sabrás cómo se te ha hecho el nudo y sabrás cómo deshacer el nudo…

Vicente. — Yo digo que hay que hacer la experiencia. Sucede que bueno, Vicente dice que hay que estar atentos constantemente, y  naturalmente el estar atentos para vosotros presupone una disciplina y entonces Vicente está negando lo que está diciendo. Pero es que vosotros buscáis el resultado, no queréis experimentar, queréis un resultado inmediato. Entonces, si no puedes mantener todo el día la mente en la observación, en la expectación, no os preocupéis, pero siempre que podáis estad atentos, porque entonces se hará espontánea la atención, no tendréis que preocuparos de la atención, pero no lo toméis como disciplina: la atención es una necesidad, no una disciplina, es una ley, es un principio de la naturaleza.

La atención que tiene el gato esperando a la rata es expectación en aquel nivel, o la cigüeña esperando en el río, o el buitre sobre la presa a larga distancia; esa atención no la tenemos nosotros y, por lo tanto, no llegamos nunca a la iniciación, o nos parece que hacemos poco, y para llenar este vacío que creemos que hemos hecho estamos buscando disciplinas y llenamos el recipiente de disciplinas pero no de vida. No sé si entendéis qué trato de decir, porque todos estáis diciendo: “Sí, estoy atento” y entonces os acusáis porque no estáis atentos. Y Cristo decía: “Levántate y anda”; dejas la atención, no te preocupes, vuelve a la atención. Ahora estamos atentos a algo que nos interesa mucho olvidando lo demás.

Conferencia de 28 de junio 1984

La plena consciencia del Ser

Por lo tanto, estamos aquí un grupo de personas que quieren trabajar internamente, que quieren deshacer los entuertos del pasado, como vulgarmente se dice, y que quieren reorientar completamente sus energías hacia estas olas de renovación que nos vienen del Cosmos. Y aquí está el proceso. Hasta aquí, la liberación la concebíamos como un hecho enteramente místico, y de hecho es místico en sí mismo, pero el dinamismo de la acción exige que la liberación sea un hecho racional, que se vea claro el proceso, y que confiemos mucho menos en las palabras de los Maestros que decimos, no porque los Maestros no posean la verdad en su amplia extensión más allá del entendimiento sino porque nosotros escuchamos solamente aquello que nos gusta oír y no la verdad. ¿Se dan cuenta de la diferencia que hay entre la verdad y aquello que queremos oír y que queremos comprender? Naturalmente, el raciocinio está más allá del instinto, pero la intuición de las cosas, la verdad de las cosas, está mucho más allá y por encima del raciocinio. ¿Quiere ello decir que hay que dejar a un lado el instinto y el raciocinio para acercarse a la intuición? Yo diría que hay que ser ampliamente conscientes, conscientes de la extensión del ser, sin tasa ni medida, porque solo siendo muy conscientes seremos capaces de comprender los hechos tal como suceden y no tal como nosotros creemos que van a suceder. Hay que ser muy críticos y darse cuenta también de que la liberación tiene dos vertientes: una es el espíritu, la luz que penetra en todas las cosas y otra es la redención de la substancia. Y cuando hablamos de la redención de la substancia empezamos ya firmemente a entrar en la ley de transmutación de la naturaleza, empezamos a actuar como verdaderos alquímicos dentro de la naturaleza como se hacía antes, cuando las personas veían las cosas, las proyectaban dentro de un ángulo superior y entonces las transformaban en algo concreto.

Conferencia 11 abril 1981

El silencio de lo conquistado

Cuando estáis muy atentos, estáis en silencio. ¿Qué significa el silencio entonces? Significa que estando en silencio estáis liquidando karma, porque el karma se manifiesta a través de los pensamientos y las emociones. Diréis: ¿Y es que un iniciado no tiene sentimientos? El iniciado tiene el sentimiento de integridad, tiene un sentimiento desconocido para la mente habitual. El sentimiento de integridad, o la conciencia grupal –me es igual-, o el reconocimiento del grupo egoico, viene solamente cuando este iniciado ha quedado completamente libre de todo cuanto le condicionaba, en determinados niveles, porque cada iniciación abarca un plano, abarca una nota, abarca una forma geométrica, abarca una serie de complejos, digamos así, de agentes dévicos. Pero, el paso de la primera a la segunda iniciación, o el paso de las dos primeras iniciaciones menores, no jerárquicas, a la primera iniciación jerárquica, exige el silencio de todo cuanto fue conquistado, no podemos ir con el saquito a cuestas. Me parece que cuando estamos pensando, incluso cuando estamos pensando esotéricamente, estamos tratando de penetrar en un sitio muy estrecho con una carga tremenda de cosas, de bienes de consumo quizás, en un sentido psicológico. Entonces, me parece a mí –es una cosa que sometería a vuestra consideración- que si queréis mantener el silencio, tenéis que esforzaros en ver las cosas en toda su dimensionalidad, las cosas que ocurren dentro y fuera de vosotros, y esto solamente será posible cuando observéis. Es que no observamos, no nos damos cuenta que no observamos, y sin embargo estamos siendo observados constantemente por aquel ojo tremendo de la Mónada a través del Ángel Solar.

Conferencia de 28 junio 1984